Aunque este año la Navidad me está prestando (maravilloso cazurrismo lingüístico) un montón, porque por fin tengo vacaciones de verdad, estamos todos en casa (y que siga a así por muchos años), mi prima está adorable y mi hermana genialérrima, me he reencontrado como todos los años por estas fechas con las gallegas y los palentinos, se avecina la cena de seis y acompañantes, me encanta perder principios a cambio de sonrisas, los viajes por sorpresa dan mucho juego, el sushi es la conmemoración perfecta de mi primera derrota al trivial y ayer (a la carrera, like always) firmé los papeles que me pueden llevar a visitar la tumba de Elvis y a conocer a Marc Gasol o a engordar mil kilos por culpa de los gofres...
De Villalba a Madrid
también hay 33 km.