En todo evento social que se precie no puede faltar la tía Paqui. Es esa mujer a la que avisas porque "cómo no vas a invitarla" pero en el mismo momento en que le das los datos deseas que ese día tenga una boda, o un funeral, o el cumpleaños del niño del vecino, pero algo que le impida acompañaros, aunque mira que le hace ilusión.
Paqui es maja, pero no lo suficiente para ser el alma de las fiestas, aunque tampoco está en ese grupo de gente a la que es indiferente invitar o no. Tampoco ha hecho nada tan malo como para que sea un descarte desde el primer momento. Así que el día D a la hora H Paqui está en el lugar L cargada de entusiasmo, desbordante de alegría por participar, que Paqui es así, se emociona con poco. Aunque según van pasando las horas, se desinfla y se va dando cuenta de que no pega en el evento ni con cola, pero se mimetiza en el ambiente porque total, ya de estar ahí... A la pobre Paqui se le queda cara de pez cuando cae definitivamente del guindo y ve que está ahí como podría no estar y, lo que es peor, que los anfitriones se han olvidado de colocarla en una mesa, en un grupo, en un punto.
Eso sí, lo bueno que tiene Paqui es que dos minutos después se da cuenta de que en realidad le da todo igual y que ella ha ido a disfrutar, hombreyá, que para eso hay barra libre de charlas, recuerdos y, si procede, bebidas espirituosas.
¿Pero que tú a mí que no me conosseh?
Que soy tu tía Paquiiii....