lunes, 24 de noviembre de 2008

Aprender...

Al final todo consiste en eso.

Y sí, vale, me perdí un viaje a Montpellier con el Ademar de mis amores, un fin de semana con una amiga que se me va al otro extremo del mundo y un concierto en León. Pero mereció la pena con creces.

Tuve la enorme suerte de que me escogieran como una de las cuatro voluntarias para el congreso de Asetrad, cuya temática era "La traducción en el próximo quinquenio". Aunque nos tocó subir y bajar el micrófono en los turnos de preguntas, llevar y traer agua a los ponentes, repartir identificaciones y carpetas y todas esas cosas que se les suponen a las buenas azafatas, tuvimos nuestra recompensa en conocer a eminencias como José Martínez de Sousa, charlar con traductores e intérpretes de empresas punteras de sus campos, debatir con Fernando Navarro (mucho diccionario pero luego... qué decepción con él...), criticar a Bertha Gutiérrez Rodilla (odio eterno...ñiñiñiñi) y en mezclarnos en el ambiente más traductoril que se puede imaginar.

Como recuerdo, un aplauso dedicado por la presidenta de Asetrad, una membresía de un año y muchas, muchas ganas de seguir aprendiendo y dedicarme a la segunda profesión más antigua del mundo.




("Somos hijos de Babel" - Carlos Fortea)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Claro, claro, quién no conoce a todos esos...

¿Trabajo de bellas azafatas? Como azafata igual cuelas, pero como bella... :P

No ves como al final valía la pena el calvario. Si es que tienes que hacer caso a los mayores, jeje.