30años30causas...
Érase una vez, hace 30 años, en la capital del Reino, nació una papona de sentimiento a la que no dejaron ponerse la túnica hasta un poco más tarde, pero que sabía que llegaría casi casi tan alto como su padre (se está entrenando). Por el momento, se tiene que limitar a ser la lideresa de una secta a la que atrae a la gente con tortillas, pizzas, hamburguesas y otras cenas improvisadas, y terminan de convencerse delante de la televisión compartiendo limonadas o mojitos. Pero no solo se ha limitado a engatusar a incautos, no. También le dio tiempo a conquistar Sevilla en plena ola de calor, Londres y Nottingham en otoño y Dinamarca con 15 cm. de nieve. Después pasó al modo nacional, pero Ciudad Real no se dejó domesticar y cada vez se va más lejos. Abandonó el plan sur y trató de llegar a los Corrales, pero se equivocó de salida y terminó sentada en el banco de Valladolid. Además, es capaz de organizar despedidas de soltera, de peinar a tres manolas en menos de una hora, de hacer como que no sabe nada y de transformarse en un junco hueco. Sabe cómo manejar a la gente con horas de conversación, con libros teenagers y que huye de los Minis, pero solo de los coches, no de los enanos. Aunque cualquier día me pida un riñón para financiarse alguna actividad sectaria, tiene un corazón enorme, se emociona al pasar por Santa Nonia y es una atajadora profesional. Vive en una casa a la que nunca termina de llegar el Lunes de Pascua y cambiaría días de Navidad por más Semana Santa. Las Dolorosas ya no pueden ir dedicadas, pero ¡A la gloria! tiene poderes de visualización. Con este ya van ocho cumpleaños que compartimos y, a falta de camping, viviremos juntas otro momento histórico, después del Centenario: el Nazareno por las calles de Madrid.
¡Felicidades, Suqui!
Y que sean muchos más
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