martes, 1 de octubre de 2013

TéRojo...

El té rojo sabe a cafetería de Ministerio, a charlas de media mañana entre becarios, a discusiones de veinte minutos, a incertidumbres sobre el futuro, a risas porque la camarera vieja sigue liándose con los cafés y la nueva choni nos odia. Sabe a planes, a exámenes, a trabajo, a cálculos de moscosos para coger puentes.

Y deja un regusto amargo porque ya no hay nada de eso, porque el grupo de becarios tiene delegaciones en Escocia, Huelva, León, Segovia y algún punto no definido del mapa. Y no acaba de asentar porque sabe a promesas incumplidas y a falsedad, a trabajos precarios, a paro y a esperas infructuosas.

Por eso hay que consumirlo en pequeñas dosis, porque el gusto es también el sentido de la memoria.


viviendo, aprendiendo
avanzando

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