jueves, 24 de octubre de 2013

Timo...

Esta es la historia de dos primos (en su acepción de pardillo) llamados M y J que decidieron comprar material escolar tal día como hoy. Y que en lugar de ir a los chinos o a una cadena de papelería fueron a la tienda del barrio, esa que está al lado de casa y que luce un póster de lo más majo para fomentar el consumo en el pequeño comercio, de estos con su ancianita entrañable con la cesta de verduras bajo el brazo.

Entramos y un señor S completamente pasota de levanta reburdiando de la silla
M - Hola, buenas. Quería un rotulador rojo.
S - [Mirada perdida en la estantería] Mmmm, ¿de estos?
M - No, de pizarra no, de los de papel.
J - Los que están en las cajas pequeñas, a la izquierda... Más a la izquierda... Esos.
S - [Coge la caja de rotuladores azules] ¿Estos?
M - Sí, pero en rojo.
S - ¿Este? 
M - Rosa no, rojo.
J - El que pone un 2 en la caja.
M - [finally, el detalle del número dejó el daltonismo aparte] Sí, este.
J -  Quería también cinco bolis bic, una goma y dos fosforitos azules. ¿Qué le doy?
S - 0,75 € por cada boli, 3,75 €; 0,50 € de la goma; 1,75 € del rotulador; 2 € por cada fosforito, 4 €... 10 €
M y J - [Anonadados, casi levantamos las manos modo atraco a mano armada]

Pagamos y salimos con una sensación de timo que no nos la quita nadie. Tras una visita a la cadena de papelería en la que cada boli bic cuesta 0,28 €, las gomas 0,20 € y el mismo rotulador que acababa de comprar 0,59 €, decidimos darnos la vuelta y devolverlo todo con la excusa de que con la mudanza creímos que no teníamos material escolar pero lo acabábamos de encontrar.

Puedo entender que para mantener cierto margen de beneficio necesiten incrementar los precios, pero casi triplicar el precio de un rotulador, duplicar más que de largo el de los bolígrafos y más de lo mismo con la goma... pues no. Lo siento por el comercio de barrio y por el señor tan poco agradable que acaba de coger el traspaso de esa papelería y que no se da cuenta de que es mejor vender diez bolis a 0,20 € que uno a 2 €, además de haber perdido dos clientes.

En resumen: mi próxima visita a León pasaré por Cosmos, la papelería a la que fui toda la vida, aunque solo sea para reconciliarme con la librería de barrio y, de paso, con la especie humana.

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